MITO DE LA CREACIÓN EGIPCIO
Según él mito heliopolitano, en el principio del tiempo tan sólo existían inmensas masas de aguas turbias cubiertas por absolutas tinieblas, una obscuridad que no era la noche, pues ésta no había sido creada todavía, era el océano infinito conocido por los egipcios como el océano primordial, que contenía todos los elementos del cosmos. Pero aun así no existían ni el Cielo ni la Tierra, tanto los hombres como los dioses aún no habían nacido. No había vida ni muerte. El espíritu del mundo se hallaba disperso en el caos, hasta que tomando conciencia se llamó a sí mismo; así nació el dios Amón Ra.
Ra fue creando la vegetación y los seres vivos Entretanto, Shu y Tefnut tuvieron dos hijos, a los que llamaron Geb (La Tierra) y Nut (El Cielo). Geb y Nut se casaron; así, el cielo yacía sobre la tierra, copulando con ella. Shu, celoso, los maldijo y los separó sosteniendo al cielo sobre su cabeza y sus hombros, y sujetando a la tierra con sus pies.,
Shu no pudo impedir que Nut tuviera hijas, las estrellas, así dando origen a la bóveda celeste.
Sin tener conocimiento alguno de lo ocurrido con Geb y Nut, Ra había enviado a uno de sus ojos a buscar a Shu y Tefnut para que le dijese lo ocurrido. Pero cuando el ojo regresó sin obtener lo que buscaba, otro ojo había ocupado su lugar. El primer ojo comenzó a llorar, hasta que Amón Ra lo colocó en su frente, creando así al Sol. De las lágrimas de aquel ojo que cayeron a la tierra nacieron los primeros hombres y las primeras mujeres, que poblaron en la tierra de Egipto.
Todas las mañanas, Amón Ra recorría el cielo en una barca que flotaba sobre Nun, que ya cubría el cosmos dividiéndose en las aguas sobre el firmamento, y las aguas del abismo. Aquella barca de Amón Ra viajaba por el cielo transportando al Sol, iluminando así a la Tierra por un periodo de tiempo de doce horas hecho por los egipcios. Cada noche, Nut se tragaba él sol, pero éste se regeneraría la mañana siguiente, y Ra continuaba su viaje por la Duat, el equivalente del Infierno egipcio, dónde debía cruzar por doce puertas, una por cada hora de la noche, éstas estaban custodiadas por la serpiente enemiga de Amón Ra.
la serpiente, cuyo objetivo era acabar con el sol, la Maat (El orden cósmico) si atravesaba la Duat, volvía a nacer de Nut el sol, y Amón Ra lo volvía a transportar por el cielo durante otras doce horas, dando origen a un nuevo día